En 1251 el Rei Jaume I concedió el Real Permiso al lugarteniente Ximen Pérez de Arenós para trasladar la ciudad de Castelló de las montañas a la plana, fundándose así en 1952 la ciudad de Castellón de la Plana.
A medida que fueron pasando los años el pueblo siguió acudiendo a la ermita de Santa María Magdalena a modo de procesión penitencial para rogar a la virgen por las sequías o enfermedades.
No fue hasta el siglo XVI cuando esta romería se convirtió en costumbre y se empezó a acudir año tras año a visitar la ermita el tercer sábado de Cuaresma.
A medida que pasan los años, la ermita tuvo varias reformas hasta como la conocemos hoy día, San Roc de Canet se bendijo y su paso por ella empezó a ser obligatorio, y algunas costumbres como la “tornada” por la basílica del Lledó fueron implementándose en la romería.
Según cuenta la historia y la tradición, estas romerías se realizaron con cañas con las que los ciudadanos se apoyaban al caminar y con un rollo atado a la caña para ir comiendo por el camino. Además, también llevaban farolillos para ir marcando el camino, que más tarde tendrían su peculiar homenaje en las Gaiatas.
A lo largo de casi 500 años solamente ha habido dos momentos en los que se ha podido celebrar esta romería. La primera vez fue durante los años 1745 y 1749, puesto que la ermita estaba de reformas y no había dinero para celebraciones. La segunda ha sido en 2020 y 2021 debido a la pandemia mundial del COVID-19.