Una mezcla de historia y leyenda, cuenta que aquel tercer sábado de cuaresma cuando el pueblo de Castell de Fadrell (ahora Castell Vell) se trasladó de las montañas a la plana, lo hicieron con cañas con las que apoyarse al caminar, con rollos a modo de provisiones para el camino y con faroles que iban dejando a lo largo del camino atados a unos gaiatos para iluminar a la población en el tedioso viaje.
A lo largo de los años, en cada romería que los ciudadanos de la nueva ciudad de Castellón acudían a la ermita a rogar a la virgen, solían sacar a las calles unos faroles que recordaban a los utilizados en el traslado de la montaña a la plana, comenzando así una tradición centenaria.
La primera gaiata monumental llegaría en el siglo XV para conmemorar la extensión de los fueros de Valencia a Castellón.
Fue a partir de 1945, cuando el Ayuntamiento de Castellón revitalizó las fiestas de la Magdalena crenado 12 comisiones festeras a lo largo de toda la ciudad y realizando una celebración que se mantiene hasta el día de hoy.
Actualmente Castellón tiene 19 comisiones, divididas por diferentes zonas y barrios de Castellón y cada una dispone de su gaiata acompañada de una gaiata infantil.